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¿Hasta dónde llega nuestra huella digital? Desafíos y dilemas en la industria 4.0

Publicado originalmente en Web UPF

El miércoles 31 de enero comenzó el IoT Solutions World Congress en Fira Barcelona. Un evento que reúne a la industria tecnológica y los objetos conectados. Una de las premisas de este año es la hibridación entre el humano y las máquinas, ya sea en la industria como en productos al consumidor como son los coches autónomos. En la industria no es novedad el uso de datos y algoritmos de optimización que se conectan con sensores y otros dispositivos asociados a la robótica para realizar trabajos autónomos, o bien asistir al humano en tareas complejas. Sin embargo, en el mundo de los consumidores esto es emergente, y en especial en industrias creativas.

Por ejemplo, mucho se ha oído estos días sobre el ChatGPT y Midjourney, como la meca de la inteligencia artificial (IA).  Si bien los avances tecnológicos son deslumbrantes, queda mucho por entender hasta dónde llega la utilidad de estos sistemas y donde choca con nuestra capacidad autónoma y nuestra privacidad.

Uno de los dilemas de la industria es poder sacar valor de los nuevos desarrollos en la IA. Por un lado, nos encontramos con desarrollos académicos que no se han transformado en productos, pero también en productos que tienen una usabilidad limitada. Si bien las herramientas son cada vez más fáciles de implementar, vemos con pasos tímidos el avance de la industria en este sentido. Existen pocos casos en los que grandes empresas apuestan por tecnologías muy avanzadas, como es la reciente inversión de Microsoft en OpenAI (creador de ChatGPT). Pero aún no es clara la utilidad que le dará, y cuál es el beneficio que obtendrá de esta inversión. Y esta es una de las mayores barreras de adopción, transformar inversión en ganancias.

Una oportunidad sería el camino como el que han tomado algunas marcas adoptando el sello de sustentabilidad como una diferenciación respecto a su competencia y ganar un trozo de mercado. Algunas empresas prefieren invertir con tal de posicionarse como empresas innovadoras y verse asociada  con estos desarrollos, a pesar de que no sea rentable.

Por otro lado, está la ventaja de poder explotar datos que hasta ahora eran infrautilizados. Gracias a la modernización de muchas industrias y el despliegue de sensores muchas compañías tienen datos que no se utilizan más que para realizar simples métricas y análisis comercial. Sin embargo, estos datos tienen mucho potencial que hasta ahora requería un conocimiento muy experto y herramientas avanzadas para procesarlos. Si bien es una gran oportunidad, se pone en manifiesto un tema crucial que es el uso de los datos de los consumidores para explotarlos comercialmente. Aquí la regulación puede echarnos una mano, ya que, según la Regulación General de Datos Personales (GDPR) europea, se requiere solicitar consentimiento explícito sobre su uso al momento de su recolección. Sin embargo, es muy difícil verificar que esto se cumple al utilizar cualquier dispositivo, y existe además un carácter global de la industria que lo convierte en difícil aplicación.

Por lo tanto, la industria se enfrenta a diferentes desafíos que por un lado empujan a innovar, pero que limitan su implementación ante la dificultad de establecer los principios éticos para desarrollar negocios que respeten la privacidad de sus usuarios y que sea redituable al mismo tiempo.

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