Parecía que la promesa de un desarrollo descentralizado de industrias del conocimiento parecía darle la oportunidad a las ciudades de ser los nuevos polos de crecimiento, una tercera revolución industrial. Esta idea nada nueva lleva, como ya lo describió schumpeter, a una destruccion creativa. Un proceso, mediante una competencia enmascarada de crecimiento, destruye a las industrias establecidas. Este estado innovador, dio nacimiento a los conceptos evolucionistas de la economía. Y es el paralelo, en términos urbanos, de la gentrificación.
Parecería que las «clases creativas» que definió richard florida le dan nueva vida a las ciudades, nuevas oportunidades y emprendimientos, nuevos servicios que ofrecer, etc. A la vez, esa revalorización por lo «auténtico», duramente criticado por Sharin Zukin, y ya desmitificado hace algunas décadas por Garcia Canclini. El folklorismo no existe, pasear por la feria de San Telmo o ir al festival de Cosquín, íconos de la hipocrecía urbana.
«La gentrificación es una cuestión de ética”, nos recuerda Peter Marcuse. Todos estamos de acuerdo en que está mal, desde una postura social. Pero desde una perspectiva individual o con enfoque orientado a la productividad, no.
En la misma semana que se realiza el World Urban Forum en Medellín, donde se discute acerca del destino de las ciudades, dos notas me llamaron la atención.
En la primera, Londres, tanto como Nueva York, ha sido una ciudad proclamada por la creatividad, el diseño y otras industrias. Pero este crecimiento hizo que el “efecto de lugar” (Bourdieu, 1999) que causo el aumento del precio del suelo, desplazara a esta clase creativa emergente hacia los suburbios y solo los sectores mas ricos puedan pagar el costo de vivir en la ciudad. Debemos saber, que además, el precio del transporte público en londres es excesivamente caro. Pueden ver la comparación que hice en su momento entre salario mínimo y costo del pasaje de subte.
La segunda nota tiene lugar en San Francisco, hito del emprendimiento tecnológico. Esa ciudad que todos quieren copiar, el valle y sus alrededores vió nacer las industrias de tecnología más importantes del Siglo XX. Estas industrias comenzaron a comprar terrenos y construir sus propios “campus” con transporte propio, internet libre y otras facilidades que las hace espacios perfectos.
Claro, que la perfección es solo para los que se benefician de ese sistema. Porque esa vieja imagen de San Francisco, está siendo destruida por esos ecosistemas tecnológicos, y algunos vecinos están muy disgustados con que grandes inversores sigan defendiendo ese modelo de desarrollo urbano. San Francisco se convirtió en la «ciudad dormitorio» de quienes trabajan en Silicon Valley. Y como los sueldos de ingenieros y otros empleados altamente calificados son desproporcionadamente altos, los precios de las viviendas también han subido, a un nivel que ni siquiera son accesibles para la media de la población. Como consecuencia, existen muchos departamentos vacíos.
Mientas tanto, veo ciudades como Boston entrando en ese circuito, Barcelona es otro ojo de tormenta. Buenos Aires, Santiago, Bogotá van encontrando la forma de atraer esos desarrollos, pero pareciera que la idiosincracia, la política y la desigualdad que sigue existiendo, no permite que estas situaciones se desarrollen tan rápido.
Aún así cabe preguntarse, ¿se acabó la utopía? ¿Son estos modelos los que queremos seguir para nuestras ciudades?
Jeremiah Moss habla de hyper-gentrificación para conceptualizar este proceso de expulsión acelerada y sistemática hacia la que las grandes ciudades se dirigen.
Lo que se debate, es como generar ciudades más inclusivas. Pero me parece que la dificultad está en tener un modelo de desarrollo que sea inclusivo, porque pareciera que una ciudad inclusiva no puede ser altamente productiva, y viceversa.
La tendencia ecologísta va en camino, aunque lento, a solapar los aspectos medioambientales con los aspectos económicos, podría darnos algunas respuestas. Pero la equidad sigue siendo algo que parece imposible. ¿Será que el medio ambiente es algo que nos afecta a todos pero la desigualdad puede segregarse?
¿Cómo podemos promover ciertas industrias sin generar segregación?¿Acaso las industrias del conocimiento son más voraces que las del capitalismo tradicional?
Yo creo que la educación es un buen camino, pero un camino largo y a juzgar por las andanzas de la política local, el camino es muy sinuoso. Talvez, el apoyo al desarrollo abierto, descentralizado y participativo. Con instituciones fuertes que permitan el crecimiento sostenido de nuevas iniciativas, es la clave.
Imagen: Spiegel.de