Mi experiencia en movilidad eléctrica (con el Chevrolet Volt)

Hace ya un año que inicié mi aventura con los vehículos eléctricos y aprovecho para contarles cómo ha sido y por qué ha sido. A fines de 2017 me encontraba a un año de terminar mi doctorado en Castellón, y habíamos decidido mudarnos a Barcelona para establecernos allí.

Iba a necesitar una forma de ir y venir, de mudar todo lo que teníamos en Castellón luego de 2 años (incluyendo los gatos). Una opción muy viable siempre fue el tren más algún flete o alquiler de coche.

Pero claro, estando en Europa y como comenzaba a ser tendencia, la idea de los coches eléctricos parecía viable. El gran atractivo era el cero gasto en gasolina y mucho menos en reparaciones. La historia no fue esa estrictamente. Paso a contarles.

Volviendo de mi estancia en Lisboa comencé a investigar qué había disponible, qué se necesitaba, etc. Por suerte acabé dando con el ForoEV donde los aventureros como yo se han animado a probar alguna que otra fantasía mecánica.

Las opciones eran pocas (y honestamente las siguen siendo a pesar de que haya más coches en lanzamiento). Más allá del Tesla Model S que es el deseo de cualquiera que quiere pasarse a eléctrico, las opciones son pocas y el costo es mucho. Estamos hablando de coches que realmente pasan de la gama baja y hay que hablar de gama media/alta. Además de que las prestaciones son pocas, la mayoría de los coches disponibles no pasaban los 200 Km de autonomía, es decir que no llegaba a hacer los 300 km que separan una ciudad de la otra.

Finalmente encontré lo que podría pagar y que permitía unas buenas prestaciones. 60km de autonomía y un motor de combustión para viajar esos 300 km sin problemas (la autonomía total es de 500km en combustión que se suman a los 60~80km en eléctrico según las variaciones de temperatura). El Chevrolet Volt es un auto que ha tenido muchas ventas en Estados Unidos, pero no en Europa. Luego de empezar a comercializarse en 2011, al año siguiente se dejó de vender y quedan pocos. Especialmente, la mayoría se encuentran en Holanda. Y es por eso, que muchos van allí a buscarlos, con un precio más bajo y con la fiabilidad del mercado y control que hace el Estado allí. El Volt es un coche robusto, grande y pesado, tiene unos motores potentes, de 111kW, y viene muy bien equipado (cámaras, asientos de cuero, equipos Bose, etc). Pero también tiene sus debilidades, ya que no se ha actualizado desde el 2012, sus mapas son viejos y, lo peor, es que no hay muchos repuestos ni centros de atención (al menos) en España.

De Münster a Castellón from Manuel Portela on Vimeo.

Me traje el coche de Holanda (más detalles en este hilo), conduciendo los 2000km en un fin de semana. En lo que va de un año se ha portado muy bien. Como podía cargarlo en la Universidad y frente a mi casa en Barcelona, pude prescindir de tener un garage. En ese sentido tuve mucha suerte, ya que no es recomendable tener un eléctrico sin un garage y una conexión eléctrica. En general, en España hay una ausencia muy grande de puntos de recarga (en comparación al resto de europa) con la excepción de Cataluña, que está bastante bien dotada. Además, en Barcelona, los coches 0 emisiones (eléctricos y REEV con un mínimo de 40km de autonomía) están beneficiados con un 75% de bonificación en el impuesto de circulación, un 100% de bonificación en la matriculación, uso gratuito de los cargadores públicos, zonas de estacionamiento azul y verde gratuitas, y peajes gratuitos en las autopistas de la Generalitat. Eso me supuso un gran ahorro, especialmente en los viajes en los que por cada ida y venida me ahorraba 20€ del valor del peaje (la autovía a Castellón sale aproximadamente 30€ por trayecto).

Respecto al mantenimiento, es cierto que los coches eléctricos requieren mucho menos cuidado. Pero el Volt da algunos dolores de cabeza. Primero porque todos sus componentes son caros (incluso los neumáticos), segundo porque ha sido uno de los primeros coches de General Motors y han puesto especial cuidado para que el sistema alerte de cualquier situación sospechosa, con lo cual el coche puede ponerse en problemático (a mi no me ha pasado, pero a varios si). Esto es una contra cuando no tienes un taller autorizado y con el conocimiento suficiente, pero por suerte no es el caso de Barcelona. Además, estos cuidados han logrado que sea uno de los coches que menos degradan sus baterías. Es decir, que hay quienes han tenido un Volt por más de 600.000 kilómetros y sus baterías apenas se han degradado, o perdido capacidad. Esto es importante porque muchos de los coche que salen ahora no tienen un sistema de refrigeración tan fiable como este, y a los pocos kilómetros se puede sentir que su capacidad es menor. Y las baterías no son nada baratas para cambiarlas seguido.

Además de aprender todas estas cosas durante estos doce meses, he aprendido mucho de electricidad, de cómo cuidar la eficiencia al conducir y cómo funcionan la carga, almacenamiento y descarga; las diferencias entre sistemas híbridos, eléctricos y REEV; cuales son los beneficios y complicaciones, etc. Es todo un mundo nuevo. Lo cierto es que aprendí mucho (gracias a los grupos de telegram y foros de autodidactas como yo) y no me arrepiento de haber iniciado esta aventura.

Hoy ya lo puse a la venta, porque al vivir en una ciudad grande, mantener un coche es más gasto que diversión. Preferimos disfrutar la ciudad en bicicleta y ahorrar un poco más. Pero ojalá en el futuro pueda pasarme a un eléctrico como es el Tesla Model 3, que parece ser que marcará un antes y un después en el mercado.

En términos de convertirnos a un mundo 100% eléctrico, estamos lejos. Aún aparecen coches con prestaciones interesantes, pero falta red de puntos, falta generación (especialmente renovable), falta resolver qué hacemos con las baterías, pero mucho falta por valorar lo que ofrecen (además de un movimiento silencioso) y lograr un estándar cultural.

Una nueva forma de smart

Hace ya cinco años asistía al primer Smart City World Expo. Y he repetido sin interrupciones a todas las ediciones. Si no escribí nada sobre las últimas es que no me han entusiasmado mucho. Por el contrario, he decidido escribir algunas notas sobre la edición de este año que sucedió esta semana. Tampoco es casualidad que me haya mudado a Barcelona hace unas semanas, ni que la ciudad esté revolucionada por el intento de independencia. Ni que Barcelona esté liderando un cambio en términos tecnológicos, como siempre lo ha hecho de diferentes formas.

Es este año que el debate ha pasado desde una idea de top-down de las smart cities, por muchas formas de discurso. Entre ellas la mas reconocible ha sido la idea de que hay que centrarse en el ciudadano. Dicho discurso quedó ambiguo ya que terminó siendo tomado por las mismas empresas y gobiernos para vender lo mismo que venían proponiendo.

Es aquí cuando Barcelona, con su cambio de gobierno bajo los vecinalistas de Barcelona EnComú ha tomado la iniciativa de generar un plan de gobierno digital orientado a desarrollar herramientas open-source y en devolverle a los ciudadanos lo que es del ciudadano. En este sentido, ha potenciado un discurso que había sido el de datos abiertos y gobierno abierto y lo han llevado más allá.

Por un lado Decidim, la plataforma de participación ciudadana que utiliza el ayuntamiento, tiene tres grandes virtudes:

  1. Es enteramente complementada por encuentros y debates en forma física, llegando a toda la población e intercalando diferentes formas de participación
  2. No solo es open-source, sino que se realizan hackatones (los llamados Metadecidim) para mejorarla y hacer forks sobre el código que está abierto a cualquiera, con lo que se asegura la transparencia también en el proceso de creación y actualización de la herramienta.
  3. Fue adoptada por varios otros ayuntamientos, como el de Madrid, Pamplona, y la misma diputación de Barcelona quien ayuda a implementarla en los otros ayuntamientos de la provincia. Este factor es fundamental, ya que es una forma de asegurarse que la misma es actualizada por los diferentes ayuntamientos hacia el futuro. Por ejemplo, si alguno decidiese no usarla más, la misma no quedaría en desuso, sino que se mantiene viva como plataforma central. De esta manera los recursos destinados no se pierden sino que se benefician mutuamente a partir de la colaboración.

La colaboración y cooperación es algo que las ciudades han ido aprendiendo a lo largo de los años, pero que no es muy aceptado. En la conferencia, Gala Pin (BCN) y Miguel Gamiño (NYC) lo han destacado al mismo tiempo que anunciaron que están trabajando conjuntamente en varios proyectos. Y no es menor que ya nos habíamos adelantado a su momento con el Programa de Políticas Públicas Innovadoras que armamos desde el GCBA.

La segunda propuesta de Barcelona es la soberanía digital. Gala Pin lo dijo muy claramente “No debemos dejar que nuestras ciudades sean laboratorios de las empresas tecnológicas, sino detectar las necesidades de la ciudad y colaborar con las empresas y la ciudadanía para lograr solucionarlas”. En este sentido, el embiste viene con el derecho a la protección de datos de los ciudadanos para evitar la explotación de datos masivamente que realizan las empresas.


El problema de los datos y algoritmos es demasiado abstracto y es complejo de transmitir y es difícil de concientizar entre los ciudadanos (Se pueden leer los siguientes artículos aquí y aquí y de yapa una lista de bibliografía ). Esa fue la conclusión del panel “Fresh ideas on privacy, trust datalake management”. En el mismo estuvieron presentes Francesca Bria (CTO de Barcelona) quien habló del proyecto DECODE en el que están trabajando para el uso de Blockchain para proteger los datos de los ciudadanos sin delegarlos inocentemente. También estuvo Mara Balestrini, quien está trabajando con el proyecto Salus.coop para la gestión cooperativa de los datos de salud de los ciudadanos. Mara se refirió a las narrativas que estamos generando respecto al uso de la tecnología. La idea de “Smart Cities” proviene de la narrativa que creo Mark Weiser hace 60 sobre tecnologías calmas, e idealizamos dicha narrativa, cuando deberíamos adaptarla a los tiempos que corren. Crear nuevas narrativas, nos permitirá discutir e imaginar nuevos escenarios.

He rescatado algunas imágenes de la feria que refleja esta narrativa en la que transcurre la feria:

Rob van Kranenburg, fundador del IoT Council (ahora llamado Next Generation Internet), expresó la idea de que ya no debemos hablar de Privacidad, sino de privacidades. Ya que los usos y requerimientos de la privacidad es contextual, cambia en el tiempo, en el espacio y también en la vida de uno mismo. Bria resaltó la importancia de la nueva legislación europea GPDR que se pondrá en funcionamiento el próximo año para regular la privacidad y que cambia muchas de las normas en el territorio europeo. Beth Noveck (The GovLab) estuvo presente otra vez en el congreso. Había estado en 2015 y fue un gusto que haya hecho una recopilación de los cambios que hubo este tiempo en temas de participación y el rol del gobierno.

Lo destacable fue su apuesta por la participación, no desde una “tiranía de las mayorías”, como ella lo llamó, sino involucrar a los ciudadanos en el desarrollo de políticas públicas. Bajo su perspectiva, lo que no estaba funcionando es el ámbito legislativo, donde el ciudadano ignora el proceso de crear una ley y una política, y donde los gobernantes desestiman la participación por esta falta de conocimiento. Ella propuso hablar de CrowdLaw, donde los ciudadanos son portantes de conocimiento y que a su vez se capacitan en el proceso de generación de legislación. Porque sino, se cree que los ciudadanos no tienen el conocimiento suficiente y se los desestima.

Además, apuntó contra la idea de los “expertos”, indicando que la idea como alguien diferente a los ciudadanos ya no existe, sino que todos somos expertos en algo y se debe reconocer esa experiencia. Pero para eso los ciudadanos deben capacitarse, y es ahí donde hay que involucrar al ciudadano desde el sistema educativo, cultural y otros ámbitos cotidianos. Y en ese sentido, ella destacó el uso de métodos como Citizen Science y Civic Science, conceptos de los que desconocía su distinción y me pareció oportuna.

Es evidente que el problema habitacional emergió considerablemente como conflicto urbano. Hubo tres o cuatro paneles en los que participaron gobiernos locales, especialmente Amsterdam, Berlin, Barcelona y Vienna, quienes de alguna manera tienen apuestas más contundentes frente a este problema. Los paneles siempre iban en combinación con estudios en base al efecto de Airbnb y la Gig Economy. En este sentido, el concepto de economía colaborativa o Sharing Economy, fue desplazado totalmente por la crítica al daño que han hecho y por la evolución hacia el concepto de Circular Economy que mezcla una preocupación medioambiental con el aspecto económico-social.

Otro de los grandes temas fue el desafío de la movilidad. Sinceramente apenas asistí solo a uno de los paneles. Pero las ciudades grandes, medianas y pequeñas se están apurando a tomar medidas porque el efecto de la contaminación es imparable. El mes que viene entra en vigencia la exclusión de autos antiguos en el anillo del área metropolitana de Barcelona y una decena de ciudades europeas ya le están haciendo la cruz a los autos diesel en los próximos años. Aún así, estamos ante el problema más desafiante en la lucha contra el cambio climático.

Finalmente quiero destacar otras dos observaciones. Por un lado, he participado del evento Responsive Cities organizado por el IaaC y Active Public Space. Dicho evento estuvo embebido dentro de la feria, pero un poco alejado. Muchos de los temas que se debatieron fueron orientados desde la arquitectura, urbanismo y artes electrónicos. La representación del espacio, la experiencia, la performatividad, campos que no se discuten y no se debaten demasiado. Como foco de mi investigación, son los universos que estoy tratando de cruzar, pero que se hace difícil por la forma en que los discursos no son compatibles. Las guías y buenas prácticas se pueden descargar libremente en el sitio y son fascinantes.

Lo segundo es que asistí a un panel sobre inclusión y accesibilidad. Sentí que el tema estuvo muy relegado, que no se incluyen esos debates en el ámbito, sino se lo sigue tratando como una externalidad y me apena mucho. Hay trabajos académicos que están abordándolo desde diferentes perspectivas. El que más me gusta es Modes of Ordering, pero lo contaré en otra ocasión. Creo que hay una dificultad en tratar estos temas, incluso cuando tuvo especial participación la convocatoria que Barcelona y Nueva York sacaron respecto a la búsqueda de soluciones para personas con discapacidad visual en la ciudad (tema que escribiré en otra ocasión porque me interesa investigarlo más).

Una vez más, ha sido un placer ver a amigos y colegas en este evento. En definitiva, la feria es como las navidades donde uno se encuentra con personas de todo el mundo con las que ha trabajado o discutido sobre estos temas que nos apasionan tanto.