El título no es más que para llamar la atención, porque para resolver los problemas, debemos pensar ¿Problemas para quién?
Para los que no saben de que hablo, Uber es una compañía que brinda un servicio de transporte privado con chofer basado en el uso de una aplicación móvil.
El problema que encara hoy la empresa, es que en Londres, los taxistas se pusieron muy enojados y se convirtió en un problema público. Pero el problema que tiene en Londres, podría tenerlo en muchas otras ciudades, como España, donde un transporte de ese tipo está muy regulado. Es decir, los taxis pagan una licencia muy cara para funcionar, y ahora una startup viene a pisarles los talones ofreciendo otros precios y totalmente desregularizado.
Los medios de transporte, en la historia de las ciudades, han ido evolucionando. El colectivo como lo conocemos hoy, pasó por muchas etapas, y en algunos países conviven viejas formas con otras más modernas, como en Chile o Colombia.
Uber puede ser muy innovadora (y problemática para el status quo), o solo un agregado tecnológico. En Argentina, estamos muy acostumbrados a los remises, y el uso de los mismos no difiere mucho de Uber, solo cambia el soporte digital en la forma en que se pide el mismo. De hecho, hace varios años, cuando la inseguridad llegó a un nivel muy alto, comenzaron a aparecer servicios de Radio Taxi, donde el taxi podría ser pedido por teléfono. El sistema también es similar.
El servicio de Uber, permite nuevas formas de acercar un servicio a la gente. Incorpora nuevas tecnologías que permite mejorar el servicio, ofrecer mejor calidad de atención. Pero viéndolo desde otras perspectivas, hay un par de cosas que me preocupan y se habla poco.
Desde un aspecto económico, Uber es monopólico, definiendo una tarifa única, y que a través de su masificación no permite el desarrollo de otras compañías iguales en la misma ciudad, y compitiendo con el servicio de transporte público como son los taxis. Como muchas compañías tecnológicas, su modelo de negocios se beneficia de los agujeros legales evitando pagar los impuestos correspondientes.
Desde una perspectiva política, Uber es autoritario. Por la misma razón de que define sus tarifas, gana beneficios de su explotación y no permite una injerencia del estado acerca del valor de su servicio.
Desde un aspecto social, Uber es excluyente, ya que puede acceder solo aquel que tiene un smartphone, sabe usarlo, tiene conectividad y tiene la oportunidad de ser parte del conjunto social que pueda acceder a los usos y costumbres de esa tecnología.
Por otro lado, Uber está en pleno desarrollo. Y es por eso que se debate en la arena política y pública si el servicio debe ser regulado. Un estado que no responde a esa demanda emergente es un estado negligente. Por dos razones, primero es una amenaza contra lo público, y es una amenaza contra la seguridad.
De hecho el segundo ítem, disparó otra crisis hace unos meses, donde el servicio comenzó a cobrar un extra por “mayor seguridad”.
¿Uber es bueno o malo? Depende para quién, en qué contexto, bajo qué reglas y normas. Desde un análisis socio-técnico, se podría analizar un posible funcionamiento de la empresa según condiciones actuales de la aceptación tecnológica, el déficit en movilidad que sufren las ciudades y el hype de las aplicaciones móviles. La lógica indicaría que en los países centrales, funciona mejor por su adaptación al uso de aplicaciones móviles, etc. Pero lo de Londres nos muestra que no.
De hecho, en Argentina sería muy aceptado! Salvo porque el 60% de la población o más, no lo usaría. Ni sería negocio para su central americana por los problemas de cambio y exportación de divisas. Ni hablar de que hay muchos taxis y la “institución” del taxi brinda la suficiente confianza (cosa que en NYC no pasa).
Creo que falta mucho pensamiento crítico, tanto para la empresa, para los que opinan a favor y en contra, y para los gobiernos, que tienen que decidir acerca de la realidad. ¿Es realmente Uber un servicio revolucionario?¿O solo aprovecha un momentum?
Yo estoy totalmente a favor de lo colaborativo. Pero la colaboración, tiene que ser en términos de inclusión, cooperación y en favor de lo público. De otra manera, estamos frente a un aprovechamiento de los vacíos legales, para generar un beneficio privado.
[Actualización]
Hoy veo esta nota, en donde se comenta un problema más, el bajo precio que se le paga a los conductores y ya se habla de una gremialización.
Pero no quiero resaltar el problema, sino resaltar que lo que está pasando con Uber, es que están saltando conflictos localizados a partir de esta empresa. Eso es bueno, porque se pone en discusión cuestiones que le preocupan a la gente.
Lo cual, no quiere decir, que Uber tenga éxito al acabar todo esto. Pero si permite «repensar» las cosas que están dadas. Y ahí, puede ser bastante innovador.
[Actualización 2]
No puedo dejar de actualizar esta nota. Es que la cosa se va poniendo interesante, ya que acabo de encontrar esta nota que habla de las licencias de taxi como inversión, y que Uber viene a romper todas las reglas.
Uno puede pensar «Genial! Eso permite democratizar los servicios!», pero no. Hay muchas familias que viven de eso, que han construido su economía y que probablemente no sea la mejor, pero les da seguridad, sobre todo a muchos inmigrantes. Depende el caso, no siempre sucede esto.
Esto nos demuestra, una vez más, que la innovación deja atrás a una parte de la sociedad, en general minorías. Se convierte en algo excluyente, y el bien para todos puede ser un mal para pocos, pero que siempre nivela para arriba.
Lo cierto, es que también cuando Uber se vuelva una constante, los abusos que se llevan a cabo hoy en el universo de los taxis, se van a trasladar a las nuevas formas de conducción.
[Actualización 3]
Hablando de Sharing Economy, encontré esta interesante explicación de por qué es una reproducción neoinstitucionalista/solucionista y que los problemas siguen sin resolverse.
[Actualización 4]
No puedo dejar de actualizar este artículo. Porque encontré esta noticia donde Helsinki planea que para dentro de 10 años sus ciudadanos no tengan que comprarse un auto. Es decir que habrá servicios de transporte público con todas las necesidades. Y si uno se pone a pensar, es similar a la propuesta de Uber, pero público, con un bajo costo.
Y como verán, las ciudades también tienen sus respuestas frente a las nuevas oportunidades, dejando de lado el lucro que puede tener una empresa privada.
[Actualización 5]
Esto sigue, la noticia de hoy es que Seoul, una de las ciudades que más apuesta a las ciudades inteligentes y a la economía creativa, declaró que va a perseguir a las aplicaciones como Uber.
[Actualización 6]
Ahora sí se puso interesante, en la ciudad Australiana de Victoria el Gobierno local llegó a un acuerdo con Airbnb para poder dar alojamiento para las situaciones de emergencia. Lo «colaborativo» empieza a tener sentido.