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Hackatones, concursos, prototipados y aplicaciones con soluciones reales

A raíz de una crítica sobre los hackatones, en general, y sobre el DAL que se celebró recientemente en varias ciudades de Latinoamérica, han surgido varios puntos que vengo tomando nota hace un tiempo respecto a esta nueva cultura de participación.

Como comentaba, DAL tuvo varias aplicaciones interesantes, y talvez como dice Sasaki, dificilmente las veamos en su versión final para ser usada. Lo mismo con BA Apps, que ayer se dieron a conocer los ganadores. De los cuales Bicicleta Buenos Aires y Parkando fueron los seleccionados y me deja pensando que ambos tienen que ver con mapas y movilidad.

El asunto es ¿qué incidencia puede tener este tipo de concursos a la innovación social?. Tal como hablaba ayer con gente de Gobierno Abierto del GCBA, es cierto que no se puede hacer un seguimiento de los proyectos, sino tan solo ellos intentan dar un soporte para ayudar a aquellas aplicaciones que puedan dar un salto y salir al mercado, o por lo menos estructurarse mejor y postular para una inversión real. Estamos asumiento entonces que hay una cultura de emprendedorismo detrás de este movimiento.

Pero ¿cómo mezclar el bien público con el modelo emprendedor? Por supuesto que es compatible y necesario, pero aquí la funcionalidad es crítica y el objeto de la aplicación debe tener como fin último el bien común. Por eso, creo que este tipo de empresas que comienzan a surgir tienen que ir de la mano con programas como Empresas B o por lo menos tener un gran sentido de responsabilidad social.

Volviendo al foco. Clay Johnson, director de Sunlight Labs, asegura que no hay que enfocarse en los concursos de aplicaciones sino en crear comunidad. Y de esto se desprende el segundo tema.
En general los concursos y hackatones en latinoamérica están orientados a un tipo de público, ya sea desarrolladores, sector público o diseñadores. Noviembre fué un més lleno de ellos y era notable que había muchos desarrolladores, muchos diseñadores o muchos especialistas. Pero nunca todos juntos.

Se que es muy dificil atraer a distintos públicos. Tuvimos la experiencia de CityCamp que fué fantástica en ese sentido, pero aún los urbanistas no entienden la importancia de una app, y los desarrolladores terminan desarrollando algo para un problema que suponen y del cual no tienen conocimiento. Y resulta que, de esta manera, la capacidad de innovación es mínima, ya que terminan copiando proyectos de afuera o bien no resuelven problemas de la comunidad.
También pasa al revés, en DAL había muchas necesidades desde ONGs y pocos desarrolladores que puedan tomarlo, pero lo peor fué que no había diseñadores (UI/UX), profesión que está en déficit en este país.

Entonces, ¿cómo convocar al resto? sin duda es un trabajo dificil, pero para eso, la comunidad tiene que abrirse. No es tan sencillo como armar una convocatoria por redes sociales. Hay que ir a buscar a las comunidades donde están y demostrarles de lo importante que es. Y para eso es un trabajo constante que hay que hacer todos los meses.

Por otro lado, falta una orientación hacia la innovación social. En Argentina, y creo que en el resto de Latinoamérica es similar, no tenemos cultura de innovación, y mucho menos en ámbitos más duros como en el de las ciencias informáticas. Por eso me parece escencial hacer un seguimiento, o bien entrenar a los participantes en capacidades de innovación.
Se pueden armar sesiones de problematización, o de brainstorming, hasta generar mapas complejos para analizar como afecta la idea al entorno al que será aplicada.
En general, los hackatones consisten en una presentación de idea, que es desprendida de una necesidad real o supuesta, y sin ningún tipo de análisis profundo se piensa en sus funcionalidades y luego se hace un diseño acorde mientras se la programa.
Con la excusa de que el tiempo es corto, y con el desconociemiento, se saltean procesos en donde la creatividad y la innovación real se fermenta. Y acá es donde luego vemos aplicaciones sencillas, que quedan en la nada. Ni hablar de modelo de negocios para que esa aplicación evolucione.

Y no quiero que se entienda esto como una crítica a la cultura del prototipado o de la actividad hacker, al contrario, me parece que es lo que falta. Hay una ausencia de metodología de prueba-error, de saltos creativos y de improvisación. Es lo que hace que los participantes vayan a lo seguro, a lo obvio.
Y me trae a duda entonces el sentido del hackatón y la metodología de premiación. Porque como se viene haciendo, con la excusa de motivar a los participantes, estos dejan de arriesgar. Como comentaba en mi post sobre SmartCityExpo, Esteve Almirall insistía con que la participación cívica debe ser por el bien mismo y no por un premio. Porque así se pierde, no solo el sentido de la cultura hacker sino tambien se genera una dependencia directa y nos olvidamos del procomún como situación emergente.

Resumiendo

Es necesario lograr una convocatoria más abierta para generar una interacción real y contundente, es necesario capacitar a los participantes en innovación social y fomentar la experimentación. Todo esto puede realizarse desde mejoras en los formatos de los eventos/concursos.
Las ideas por si solas no sirven, no generan innovación. Esto ya lo vengo comprobando desde que lancé 10.000ideas, proyecto que me parece fantástico justamente porque permite comprar exactamente eso.

«In other words, if your goal is teaching people to code software, to learn how to play with data, foster engagement, create community, spread tools or share knowledge as well as create some product like an app or a visualization, then I wouldn’t run a competition. Instead, I’d organize community events.»

Dice David Eaves

Aparte de las mejoras que se pueden hacer, hay que pensar el siguiente nivel. ¿Cómo hacer para que los resultantes de estos eventos tengan una integración útil y no quede en la nada? Waldo Jacquith le da importancia al modelo de negocios o bien a alguna forma de sostenibilidad, «de otra manera será solo un juguete que no hará nada para beneficiar a nadie».
Talvez los gobiernos que organizan concursos deban continuar su desarrollo, pensando en cómo retribuir a los participantes que van a donar la aplicación (el procomún es esencial acá), tener inversores dispuestos a apoyarlos o bien tener un asesoramiento y apoyo para que esta aplicación evolucione, etc.

Por último quiero dejar en el tintero dos temas que serán parte de la agenda en 2013. Por un lado, este año todas las comunidades de openData están de acuerdo en que hay una gran incógnita respecto a quien le resulta útil toda esta información que se está liberando desde diversas instituciones. ¿Quién tiene acceso y para qué son útiles los datos abiertos?¿Realmente estamos generando algo de innovación o es solo una moda? que sin duda genera mejoras en varios sentidos.
El segundo tema es Internet of Things. Aún en latinoamérica está muy verde, en Europa ya empiezan a ver una ofuscación con el tema de los sensores ciudadanos, pero es importante que la comunidad se desarrolle y empecemos a fomentarlo en los hackatones y concursos.
Creo que solo con aplicaciones web y mobile no alcanza, hay que integrar y mejorar la oferta de objetos para ir hacia una verdadera SmartCity. Y por eso es que creamos el grupo IoT en Buenos Aires, para comenzar a forjar una comunidad en torno a los objetos.

Fuentes:

  • http://radar.oreilly.com/2011/08/app-contests-sustainability-usability.html
  • http://radar.oreilly.com/2011/07/app-outreach-and-sustainabilit.html
  • http://techpresident.com/news/wegov/23146/app-contest-or-not-app-contest
  • http://poikola.fi/apps-contests-everywhere/
  • http://davidsasaki.name/2012/12/on-hackathons-and-solutionism/
  • Foto de portada: http://www.yobinario.net/2012/12/hoy-comienza-desarrollando-america.html

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Comentario

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  1. Manu, gracias por las notas y por recopilar otras referencias sobre este tema, que se ha removido un poco con el post de Sasaki pero lleva un iempo en en aire. De alguna forma, también le dimos una vuelta a este tema al montar UrbApps y centrar el foco en crear entornos de colaboración para el diseño conjunto de aplicaciones más que en la parte de desarrollarlas. Hace falta atraer más enfoques diferentes para que las aplicaciones respondan a la complejidad de un problema urbano en el que pretenden ser útiles y normalmente este tipo de actividades son muy atractivas para quien está en la parte del código y mucho menos cercanas para otras personas que tienen un papel igual de relevante a la hora de diseñar aplicaciones o cualquier otro tipo de solución. Y, sobre todo, son más útiles si sirven para favorecer comunidades de desarrollo que surjan a partir del evento más que para crear aplicaciones. Quiero decir, es más importante el sustrato que puedan dejar de cooperación local más que los resultado en forma de aplicaciones.
    Más o menos, lo he dejado mejor escrito en el blog en los posts sobre el valor cívico de las aplicaciones móviles (http://www.slideshare.net/manuederra/el-valor-cvico-de-las-aplicaciones-moviles).

    P.D Para el tema que comentas sobre open data también otro debate por ahí abierto entre alguna gente (de nuevo, David Eaves y otros) sobre cómo el «éxito» del open data en cuanto a movimiento puede crear el espejismo de que, ahora que lo tenemos, ya no hay discusión política:

    http://www.ciudadesaescalahumana.org/2012/09/ya-tenemos-open-data-las-preguntas-son.html