Relatos de pingüinos ( II ):Tierra roja al occidente (parte 2)

Parte 1

Su tendencia era obvia, su dirección absoluta, estaba decidido y nada lo paraba. Luego de atravesar kilómetros estaba llegando pero su destino lo olvidó. Decidió tomarse un colectivo, que por alguna razón sintió que era el lugar indicado para pensar o reflexionar hacia donde debía ir.
Asientos vacíos no había, en el colectivo “súper-bajo” como indicaba en el exterior del móvil, así que tuvo que ir parado. Se sintió intimidado, y sin saberlo nadie le prestaba atención. Algo sucedía, nadie se sorprendía frente la presencia del animal.
Sólo una mirada estaba dirigida hacia su rostro, y no provenía de un ser humano justamente. Esto hizo pensar que se estaba enfermando o estaba a punto de entrar a algún estado de locura. Ya no creía lo que veía y mucho menos en lo que pensaba.
Al observar esta situación, un pasajero se acerca y le ofrece, con intenciones de salvarle la vida, una pastilla a la que el pingüino rechazo recordando el viejo episodio del subte. Aun así tomo la decisión incorrecta.
El sujeto que lo había estado mirando desde que subió se comenzó a acercar. Mientras, todos dirigían sus miradas distraídas hacia las ventanas y afueras del transporte.
Estando enfrentados, Sicoex al ver la cara de su adversario y muy cobardemente cerró los ojos y volviéndolos a abrir se dio cuenta, y esta vez creyendo en lo que veía, que era otro pingüino. Por un momento se alegró de no ser el único que había partido de su hogar para incursionar en la vida humana, además de pensar acerca de la posibilidad de conocer un compañero de viaje.
Estos pensamientos le duraron segundos, hasta que el colectivo frenó abruptamente y frente a la mirada de Sicoex se vislumbró una publicidad. Se dio cuenta quien era ese “compañero” en frente suyo, no era un pingüino cualquiera, aparecía en aquella publicidad, y por algo era.
En ese instante recordó haber visto el corte publicitario en la TV, pero cuando intento dilucidar algo de ese nudo que se había formado en sus pensamientos, el famoso pingüino levanto su ala derecha y lo abofeteo hábilmente.

Versión poética de la realidad? La oveja negra

(Hoy, algo que no es mio)

Érase un país donde todos eran ladrones.
Por la noche cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna sorda, para ir a saquear la casa del vecino. Al regresar, al alba, encontraba su casa desvalijada.
Y todos vivían en concordia y sin daño, porque uno robaba al otro y éste a otro y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero. En aquel país el comercio sólo se practicaba en forma de embrollo, tanto de parte del que vendía como del que compraba. El gobierno era una asociación creada para delinquir en perjuicio de los súbditos, y por su lado los súbditos sólo pensaban en defraudar al gobierno. La vida transcurría sin tropiezos, y no había ni ricos ni pobres.
Pero he aquí que, no se sabe cómo, apareció en el país un hombre honrado. Por la noche, en lugar de salir con la bolsa y la linterna, se quedaba en casa fumando y leyendo novelas.
Llegaban los ladrones, veían la luz encendida y no subían.
Esto duró un tiempo; después hubo que darle a entender que si él quería vivir sin hacer nada, no era una buena razón para no dejar hacer a los demás. Cada noche que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente.
Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse. También él empezó a salir por la noche para regresar al alba, pero no iba a robar. Era honrado, no había nada que hacer. Iba hasta el puente y se quedaba mirando pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada.
En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un céntimo, sin tener qué comer, con la casa vacía. Pero hasta ahí no había nada que decir, porque era culpa suya; lo malo era que de ese modo suyo de proceder nacía un gran desorden. Porque él se dejaba robar todo y entre tanto no robaba a nadie; de modo que había siempre alguien que al regresar al alba encontraba su casa intacta: la casa que él hubiera debido desvalijar. El hecho es que al cabo de un tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no quisieron seguir robando. Y por otro lado, los que iban a robar a la casa del hombre honrado la encontraban siempre vacía; de modo que se volvían pobres.
Entre tanto los que se habían vuelto ricos se acostumbraron a ir también al puente por la noche, a ver correr el agua. Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros que se hicieron ricos y muchos otros que se volvieron pobres.
Pero los ricos vieron que yendo de noche al puente, al cabo de un tiempo se volverían pobres. Y pensaron: «Paguemos a los pobres para que vayan a robar por nuestra cuenta». Se firmaron contratos, se establecieron los salarios, los porcentajes: naturalmente siempre eran ladrones y trataban de engañarse unos a otros. Pero como suele suceder, los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Había ricos tan ricos que ya no tenían necesidad de robar o de hacer robar para seguir siendo ricos. Pero si dejaban de robar se volvían pobres porque los pobres les robaban. Entonces pagaron a los más pobres de los pobres para defender de los otros pobres sus propias casa, y así fue como instituyeron la policía y construyeron las cárceles.
De esa manera, pocos años después del advenimiento del hombre honrado, ya no se hablaba más de robar o de ser robados sino sólo de ricos o de pobres; y sin embargo todos seguían siendo ladrones.
Honrado sólo había habido aquel fulano, y no tardó en morirse de hambre.

ITALO CALVINO. «LA GRAN BONANZA DE LAS ANTILLAS» Colección Andanzas. Tusquets Editores. Buenos Aires 1993.

Levitando

Hoy desperté totalmente desconcertado, no me encontraba, no me cerraba la historia que estaba viviendo… Había soñado muchas cosas, y me parecía haberlo vivido realmente. Pero no… en el sueño sucedían cosas que no pueden ser reales, sin embargo suceden en muchos de mis sueños.

El hecho de levitar en los sueños es algo que siempre me dio mucha curiosidad. Me sucede a menudo, y sobretodo en esos sueños que me parecen demasiado reales. Muchas veces se trata que apenas no todo el suelo y puedo trasladarme de un lado a otro sin esfuerzo físico, solo concentración. En otras ocasiones, mis sueños me permiten levitarme a alturas mas altas.
Antes que nada, hay una diferencia en volar y levitar, por lo menos en los términos que yo estoy utilizándolos, Volar se trata de que un cuerpo no este contra el piso y que pueda moverse ágilmente de un lado para el otro. Levitar es solamente vencer la gravedad y sin tener tanta velocidad.
Continuando con el sueño, lo que a mi me acaba de pasar en el, es estar acostado y empezar a levitar hasta llegar a alturas muy elevadas y de ahí empezar a recorrer los espacios. Como un fantasma que observa todo…

Se dan una idea masomenos?
Bueno, eso es lo que me pasa.
A veces suelo despertarme con la sensación de estar en el sueño y cuando trato de levitar, me doy cuenta que no, y tiende a causarme una decepción…
Vaya cosas que me pasan….