Relatos de pingüinos ( I ): 2 vias y oscuridad

Extraña historia es la que me contó un amigo.
Él viene de Pto. Madryn y decidió aventurarse al norte buscando un cambio. Lamentablemente, la temperatura lo afectó demasiado.
Creo recordad que su nombre era Sicoex, bastante difícil como para acordarme, pero inconfundible por el hecho de ser pingüino. No es fácil tampoco imaginarse un pingüino que se escapa a otra ciudad en busca de aventuras.
El primer tramo lo hizo nadando hasta que las aguas fueron calidas y sucias. A la altura de Mar del Plata, tuvo que trasladarse por tierra. Puesto que el sol le impedía permanecer al descubierto, decidió ingresar en un frigorífico cercano a la zona, y realizar el resto del trayecto dentro de un camión de la empresa, el cual le proveía del frió necesario para su subsistencia.
Tuvo la mala suerte de bajarse en Vicente López, al norte de la capital. Al ser invierno y época de lluvia, pudo caminar por las calles y contemplar la belleza de la ciudad.
Cabildo y Juramento, unas escaleras que se adentraban en el suelo y un cartel verde que las señalizaba. Comenzó a bajar sintiendo el calor que provenía de adentro. Juntó fuerzas y continuó su camino.
Luego de bajar por varios escalones, llega a un lugar al que el animal no esperaba. 2 vías y oscuridad. No podía quedarse ahí, comienza a recorrer el camino que marcaba los andenes. Mientras el calor y la oscuridad tomaban su conciencia, vislumbraba al fondo del túnel, una luz que se acercaba.
Era inminente, su tamaño aumentaba, tenia que esconderse de inmediato. Sigue caminando y encuentra un hueco con una luz roja por encima. Dentro había una puerta, pero era perfecto lugar para refugiarse. La luz sigue de largo y detrás de ella, muchas partes de eso que parecía un tren.
Sale y continua el camino emprendido, cuando de pronto llega a un lugar idéntico desde donde había partido. Se sienta en un banco obviando las miradas de la gente.
Alguien se acerca y le pregunta algo que el pingüino no llego a escuchar. Esta persona le ofrece algo para comer. El pingüino se sorprende por que en su lugar de origen no tienen comida en forma de pastilla.
Sin más cuestionamientos se la devora. El sujeto se va mientras el pingüino se toma el próximo tren. Una vez dentro, el pingüino, se comienzo a marear y finalmente se desmaya.
Una vez que despierta, observa el reloj. Habían pasado 3 horas, el subte seguía andando. Decide bajarse en la estación más próxima.
Todo era muy diferente ahora, paredes con dibujos extraños, gente mas rara todavía y que hablaban en un idioma desconocido. El calor ya era insoportable.
Se le acerca un hombre alto y morocho, le dice “ Bom dia, como e seu nomi?”. El pingüino se asustó y comenzó a correr.
Estaba totalmente fatigado, sale a la calle, baje el cordón para cruzar hacia el otro lado. Luego de un ruido ensordecedor siente lo mas extraño que jamás le había ocurrido, como si de repente su cabeza se inunda de recuerdos…
Así recordamos a Sicoex, el pingüino que quiso probar que era más capo que un gato, y que termina despilfarrado en medio de Rio de Janeiro.

1.01

00:42… 00:43… 00:44… Su cabeza se tambaleaba mientras sus manos acompañaban el movimiento. La luz de la cocina iluminaba su cara, tubo que atentaba a apagarse temblando con sus rayos.
Lágrimas invisibles recorrían su rostro contemplando la taza de té casi vacía y fría con el tiempo. Le ardían los ojos de la oscuridad y su cabeza retumbaba como salón de tap.
Mezcla de sueño y realidad, la noche se tornaba eterna. Su fin ya no era concebir el sueño, sino despojarse de pensamientos que detenían el correr del tiempo.
Su preocupación no era la de su futuro cercano ni mucho menos lejano. Tampoco planeaba algún medio para obtener lo que quería para sí. Todo era oscuro y se limitaba calculando posibilidades ilógicas de resolver una vida que recién había comenzado.
Las tensiones habían hecho creer que en esa noche decidiría el resto de su vida. Miraba el reloj y trataba de hacerle caso omiso hasta que logró dormir.
Al despertar sentía que no había pasado más que unos segundos de haberse dormido, pero su reloj de mano no le indicaba la misma situación. Sobre la mesada blanca, y sufriendo un leve dolor de espalda, intenta hacer memoria acerca de lo que había planeado la noche anterior. Finalmente, pese a un gran esfuerzo, no logró recordar absolutamente nada de sus pensamientos.
Todo era muy confuso, no tenia tiempo de formular otra vida. Todo estaría perdido ahora que no sabia que camino seguir. Su única opción era comenzar el día como cualquier otro hasta obtener alguna señal de lo que debía hacer.
A medida que transcurría el día, todo parecía muy normal. Así pasó la primer semana, llego la segunda. Pasó un mes, otro, y otro…
Todo parecía muy normal en su vida, pero lamentablemente durante el transcurso no pudo hacer memoria de aquello que había planeado con tanta dedicación. Aunque ya no importaba tanto, había obtenido cada cosa que deseaba y había conservado lo que amaba.

Un día recordó a que conclusión había llegado esa noche. Se había prometido por cualquier cosa que pase, ser felíz.
Sonrió y minutos después cerró los ojos lentamente mientras se recostaba sobre el suelo de su cocina. Poco a poco su respiración se fue calmando y su corazón cediendo hasta que no tuvo la necesidad de hacer algún otro esfuerzo.

Manuel Portela 28/06/04 1:01 A.M.