Zazen Wasan (hakuin)

Todos los seres son desde el principio Budas.

Es como el agua y el hielo;

sin agua no puede haber hielo.

No hay Budas si no es en los seres vivientes.

Al no saber que está aquí cerca, lo buscamos lejos. ¡Qué lástima!

Es como el que llora de sed estando en el agua;

es como el hijo de una casa noble extraviado entre los pobres.

La causa de nuestro deambular a través de los seis mundos

es que estamos perdidos en los oscuros caminos de la ignorancia;

y nos extraviamos cada vez más en la oscuridad.

¿Cuándo escaparemos de nacimiento y muerte?

La meditación Zen del Mahayana

excede toda alabanza.

La generosidad, la moralidad y las demás perfecciones;

invocar el nombre de Buda, el arrepentimiento, la disciplina,

y muchas otras correctas acciones;

se reencuentran todas en la práctica de la meditación.

Por el mérito de una sola sentada/meditación

él destruye sus inumerables pecados acumulados.

¿Cómo puede haber un falsos caminoa para él?

El paraíso de la Tierra Pura no está muy lejos.

Cuando, reverenciándola, esta verdad es escuchada aunque sea una sola vez,

el que la alaba y felizmente la acoge, obtiene infinitos méritos.

Entonces ¿cuántos más méritos obtendrá él que empieza a dirigirse hacia su propio interior

y confirma directamente su propia naturaleza -ésa naturaleza que es la no-naturaleza? –

Ése ha trascendido las vanas palabras.

La puerta se abre, y causa y efecto son uno.

El camino discurre en línea recta; no hay dos, ni tres.

Tomando como forma la forma de la no-forma,

yendo o viniendo él siempre está en casa.

Tomando como pensamiento el pensamiento del no-pensamiento,

cantando y danzando, todo es la voz de la Verdad.

Inmenso es el cielo del ilimitado Samadhi;

radiante la luna llena de la cuádruple sabiduría.

¿Qué queda para ser buscado? El Nirvana está clararamente ante él.

Aquí mismo es el paraíso del Loto,

Este cuerpo mismo es el cuerpo del Buda.

Fuente: http://www.oshogulaab.com

Escritos para una clase que nunca fué…

Nos dirijimos al abordaje del 71. Siempre hay gente, pese a la gran frecuencia de la línea. El lugar de detención se compone de anuncios publicitarios. Hay mucha gente dentro del vehículo. Intentamos situarnos atrás. La gente no parece de buen humor. Hay mucho tráfico en las calles, y, sin embargo, no hay bocinas. La gente anda resignada. Empujones y permisos. Peleas implícitas por los lugares. Jóvenes sentados. Mujeres grandes que resoplan.
Estando en la puerta antes de bajar nos preguntas si tocamos timbre. Bajamos en un punto central. Tranquilos: hay empujones para todos.
Camino 4 cuadras de avenida hacia el otro colectivo. Los negocios están abriendo. Este vehículo es distinto. la gente es distinta. el chofer es distinto., Somos pocos. hay silencio y comodidad. El chofer nos deja esperando un rato para comprar algunas facturas, pero nadie dice nada.

Yo agarro mis notas, pienso, tengo miles de cosas que hacer, tengo que buscar la ropa de la lavanderìa, tengo que llevar al perro a la veterinaria, y mi mama està con migrañas, pero no me importa, porque tengo que volver a agarrar las notas, y estudiar, tengo una hora màs de viaje, tengo unas 20 hojas por delante. Ahì, sube una señora mayor… tiene un baston y un vestido verde, bastante lindo, atràs de lla, un niño con su madre, una madre jpoven, de unos 30 años… les dejo el asiento. Y la persona al lado mio a la señora… me levanto, guardo mis notas en la mochila, y me voy lentamente hacia el fondo, sè que la gente del fondo suele bajarse antes, y tal vez me den tiempo de sentarme un rato y leer… y re leer…
Pero que cosa! Nadie se baja… miro atentamente a un flaco que se hace el distraido… pareciera que no quiere bajarse, pero todos en el colectivo sabemos que está llegando tarde. Mira su reloj y se levanta: miro al de al lado con recelo: le hago manitos diciendole que se siente; que por favor; que jaja; que me gusta bajar parado: te sonrïe y te dice que gracias: miras al cielo y me decis: oh dios todopoderoso padre nuestro que estan en los cielos
entonces me paro, y se acerca, hay unas maridas al aire, como quien dce : jej… de nada
Entonces me vuelvo a acomodar la mochila, por enesima vez, en este viaje, me paro, enfrente los asientos de a dos, porque en luagar de una oportunidad, tengo dos… y hay dos chicas, de mi edad creo, y hablan… son amigas, una vez màs no puedo pensar en mis apuntes.
Dos chicas, jóvenes, de mi edad creo…
(Creo dios
Ds chicas jovenesç
Unas mas jovatas
(Unas que no leen una goma)

Semáforo. Rojo otra vez, pasa una ambulancia a una velocidad increíble. Siempre pensé cuan feo seria manejar una ambulancia, y saber que siempre llevas algo débil. Algo apunto de quebrar… pero en otro lugar, sabés que podés llegar a salvar algo.
Y el semáforo vuelve a verde, y me olvido de todo, y la calle esa que acabo de pasar, ya quedó atrás , y todas las historias que acabo de vivir ya pasaron, y me queda un rato más de viaje…

Me dispongo a sacar mis notas, aunque incomodo, parado, apretado y sin aire, sé que si no lo hago ahora, no lo hago más.
Abro mi mochila verde marino, y agarro los papeles, los aseguro en la firmeza de mi mano, y me digno a cerrarla cuando las chicas, con gran apuro deciden bajarse, y me empujan…. Agarro las notas que vuelan por el aire, y de milagro, logro sentarme del lado de la ventanilla, como a mi me gusta, y casi empujándome ,y estrujandome contra la ventana, una señora… castaña, de ropa negra y floja, con miles de bolsas que me sacan un poco el aire. Miro hacia fuera. Esta vez es el tren… es la ùltima vìa, las contè , son cuatro, bucarelli, triunvirato, Rodríguez peña, y èsta, por la que paso ahora, sé que me queda poco viaje….
Avisto la esquina. Pienso pararme pero realmente no vale la pena. Hay gente que se piensa que parandose antes van a bajar antes, no no .
Bueno, ya casi llegamos a ciudad universitaria, cruzamos el puente scalabrini Ortiz y passamos las nuevas puertas de alambres que parecen acompañandas de garitas.
Gente toca el tiembre en el segundo pabellón. Perco como siempre son pocos, llegamos al terceroy sebaja la sobra.

By Nicolitas, Pipu, Borbi y Manuchis

Escritos para una clase que nunca fué…

Nos dirijimos al abordaje del 71. Siempre hay gente, pese a la gran frecuencia de la línea. El lugar de detención se compone de anuncios publicitarios. Hay mucha gente dentro del vehículo. Intentamos situarnos atrás. La gente no parece de buen humor. Hay mucho tráfico en las calles, y, sin embargo, no hay bocinas. La gente anda resignada. Empujones y permisos. Peleas implícitas por los lugares. Jóvenes sentados. Mujeres grandes que resoplan.
Estando en la puerta antes de bajar nos preguntas si tocamos timbre. Bajamos en un punto central. Tranquilos: hay empujones para todos.
Camino 4 cuadras de avenida hacia el otro colectivo. Los negocios están abriendo. Este vehículo es distinto. la gente es distinta. el chofer es distinto., Somos pocos. hay silencio y comodidad. El chofer nos deja esperando un rato para comprar algunas facturas, pero nadie dice nada.

Yo agarro mis notas, pienso, tengo miles de cosas que hacer, tengo que buscar la ropa de la lavanderìa, tengo que llevar al perro a la veterinaria, y mi mama està con migrañas, pero no me importa, porque tengo que volver a agarrar las notas, y estudiar, tengo una hora màs de viaje, tengo unas 20 hojas por delante. Ahì, sube una señora mayor… tiene un baston y un vestido verde, bastante lindo, atràs de lla, un niño con su madre, una madre jpoven, de unos 30 años… les dejo el asiento. Y la persona al lado mio a la señora… me levanto, guardo mis notas en la mochila, y me voy lentamente hacia el fondo, sè que la gente del fondo suele bajarse antes, y tal vez me den tiempo de sentarme un rato y leer… y re leer…
Pero que cosa! Nadie se baja… miro atentamente a un flaco que se hace el distraido… pareciera que no quiere bajarse, pero todos en el colectivo sabemos que está llegando tarde. Mira su reloj y se levanta: miro al de al lado con recelo: le hago manitos diciendole que se siente; que por favor; que jaja; que me gusta bajar parado: te sonrïe y te dice que gracias: miras al cielo y me decis: oh dios todopoderoso padre nuestro que estan en los cielos
entonces me paro, y se acerca, hay unas maridas al aire, como quien dce : jej… de nada
Entonces me vuelvo a acomodar la mochila, por enesima vez, en este viaje, me paro, enfrente los asientos de a dos, porque en luagar de una oportunidad, tengo dos… y hay dos chicas, de mi edad creo, y hablan… son amigas, una vez màs no puedo pensar en mis apuntes.
Dos chicas, jóvenes, de mi edad creo…
(Creo dios
Ds chicas jovenesç
Unas mas jovatas
(Unas que no leen una goma)

Semáforo. Rojo otra vez, pasa una ambulancia a una velocidad increíble. Siempre pensé cuan feo seria manejar una ambulancia, y saber que siempre llevas algo débil. Algo apunto de quebrar… pero en otro lugar, sabés que podés llegar a salvar algo.
Y el semáforo vuelve a verde, y me olvido de todo, y la calle esa que acabo de pasar, ya quedó atrás , y todas las historias que acabo de vivir ya pasaron, y me queda un rato más de viaje…

Me dispongo a sacar mis notas, aunque incomodo, parado, apretado y sin aire, sé que si no lo hago ahora, no lo hago más.
Abro mi mochila verde marino, y agarro los papeles, los aseguro en la firmeza de mi mano, y me digno a cerrarla cuando las chicas, con gran apuro deciden bajarse, y me empujan…. Agarro las notas que vuelan por el aire, y de milagro, logro sentarme del lado de la ventanilla, como a mi me gusta, y casi empujándome ,y estrujandome contra la ventana, una señora… castaña, de ropa negra y floja, con miles de bolsas que me sacan un poco el aire. Miro hacia fuera. Esta vez es el tren… es la ùltima vìa, las contè , son cuatro, bucarelli, triunvirato, Rodríguez peña, y èsta, por la que paso ahora, sé que me queda poco viaje….
Avisto la esquina. Pienso pararme pero realmente no vale la pena. Hay gente que se piensa que parandose antes van a bajar antes, no no .
Bueno, ya casi llegamos a ciudad universitaria, cruzamos el puente scalabrini Ortiz y passamos las nuevas puertas de alambres que parecen acompañandas de garitas.
Gente toca el tiembre en el segundo pabellón. Perco como siempre son pocos, llegamos al terceroy sebaja la sobra.

By Nicolitas, Pipu, Borbi y Manuchis

Relatos de pingüinos ( II ):Tierra roja al occidente (parte 2)

Parte 1

Su tendencia era obvia, su dirección absoluta, estaba decidido y nada lo paraba. Luego de atravesar kilómetros estaba llegando pero su destino lo olvidó. Decidió tomarse un colectivo, que por alguna razón sintió que era el lugar indicado para pensar o reflexionar hacia donde debía ir.
Asientos vacíos no había, en el colectivo “súper-bajo” como indicaba en el exterior del móvil, así que tuvo que ir parado. Se sintió intimidado, y sin saberlo nadie le prestaba atención. Algo sucedía, nadie se sorprendía frente la presencia del animal.
Sólo una mirada estaba dirigida hacia su rostro, y no provenía de un ser humano justamente. Esto hizo pensar que se estaba enfermando o estaba a punto de entrar a algún estado de locura. Ya no creía lo que veía y mucho menos en lo que pensaba.
Al observar esta situación, un pasajero se acerca y le ofrece, con intenciones de salvarle la vida, una pastilla a la que el pingüino rechazo recordando el viejo episodio del subte. Aun así tomo la decisión incorrecta.
El sujeto que lo había estado mirando desde que subió se comenzó a acercar. Mientras, todos dirigían sus miradas distraídas hacia las ventanas y afueras del transporte.
Estando enfrentados, Sicoex al ver la cara de su adversario y muy cobardemente cerró los ojos y volviéndolos a abrir se dio cuenta, y esta vez creyendo en lo que veía, que era otro pingüino. Por un momento se alegró de no ser el único que había partido de su hogar para incursionar en la vida humana, además de pensar acerca de la posibilidad de conocer un compañero de viaje.
Estos pensamientos le duraron segundos, hasta que el colectivo frenó abruptamente y frente a la mirada de Sicoex se vislumbró una publicidad. Se dio cuenta quien era ese “compañero” en frente suyo, no era un pingüino cualquiera, aparecía en aquella publicidad, y por algo era.
En ese instante recordó haber visto el corte publicitario en la TV, pero cuando intento dilucidar algo de ese nudo que se había formado en sus pensamientos, el famoso pingüino levanto su ala derecha y lo abofeteo hábilmente.

Versión poética de la realidad? La oveja negra

(Hoy, algo que no es mio)

Érase un país donde todos eran ladrones.
Por la noche cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna sorda, para ir a saquear la casa del vecino. Al regresar, al alba, encontraba su casa desvalijada.
Y todos vivían en concordia y sin daño, porque uno robaba al otro y éste a otro y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero. En aquel país el comercio sólo se practicaba en forma de embrollo, tanto de parte del que vendía como del que compraba. El gobierno era una asociación creada para delinquir en perjuicio de los súbditos, y por su lado los súbditos sólo pensaban en defraudar al gobierno. La vida transcurría sin tropiezos, y no había ni ricos ni pobres.
Pero he aquí que, no se sabe cómo, apareció en el país un hombre honrado. Por la noche, en lugar de salir con la bolsa y la linterna, se quedaba en casa fumando y leyendo novelas.
Llegaban los ladrones, veían la luz encendida y no subían.
Esto duró un tiempo; después hubo que darle a entender que si él quería vivir sin hacer nada, no era una buena razón para no dejar hacer a los demás. Cada noche que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente.
Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse. También él empezó a salir por la noche para regresar al alba, pero no iba a robar. Era honrado, no había nada que hacer. Iba hasta el puente y se quedaba mirando pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada.
En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un céntimo, sin tener qué comer, con la casa vacía. Pero hasta ahí no había nada que decir, porque era culpa suya; lo malo era que de ese modo suyo de proceder nacía un gran desorden. Porque él se dejaba robar todo y entre tanto no robaba a nadie; de modo que había siempre alguien que al regresar al alba encontraba su casa intacta: la casa que él hubiera debido desvalijar. El hecho es que al cabo de un tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no quisieron seguir robando. Y por otro lado, los que iban a robar a la casa del hombre honrado la encontraban siempre vacía; de modo que se volvían pobres.
Entre tanto los que se habían vuelto ricos se acostumbraron a ir también al puente por la noche, a ver correr el agua. Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros que se hicieron ricos y muchos otros que se volvieron pobres.
Pero los ricos vieron que yendo de noche al puente, al cabo de un tiempo se volverían pobres. Y pensaron: «Paguemos a los pobres para que vayan a robar por nuestra cuenta». Se firmaron contratos, se establecieron los salarios, los porcentajes: naturalmente siempre eran ladrones y trataban de engañarse unos a otros. Pero como suele suceder, los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Había ricos tan ricos que ya no tenían necesidad de robar o de hacer robar para seguir siendo ricos. Pero si dejaban de robar se volvían pobres porque los pobres les robaban. Entonces pagaron a los más pobres de los pobres para defender de los otros pobres sus propias casa, y así fue como instituyeron la policía y construyeron las cárceles.
De esa manera, pocos años después del advenimiento del hombre honrado, ya no se hablaba más de robar o de ser robados sino sólo de ricos o de pobres; y sin embargo todos seguían siendo ladrones.
Honrado sólo había habido aquel fulano, y no tardó en morirse de hambre.

ITALO CALVINO. «LA GRAN BONANZA DE LAS ANTILLAS» Colección Andanzas. Tusquets Editores. Buenos Aires 1993.

Relatos de pingüinos ( II ):Tierra roja al occidente (parte 1)

Un zumbido infinito inundaba su cabeza y se convertía en la única realidad hasta que una luz encandiló su mirada.
Luegode retomar los sentidos, logró comprender que lo habían trasladado a unaclínica veterinaria en el Uruguay por cuestiones de obras sociales y de diferenciasentre lenguajes.
En cuanto una distracción le dio la posibilidad de quebrarlas reglas, se escapó velozmente hacia donde la gente no llevaba termos bajoel brazo pero que la costumbre de mate era acompañada por una empanada.
Seconfundió, esta vez su sentido común lo llevó al oeste de nuestro país dondelas temperaturas eran mucho mas altas que las de su ciudad originaria. Parasoportar el camino tuvo que aceptarle a un anciano unas hojas para mascar.
Elanciano, quien no conocía a esos animales pero que nada le extrañaba poresas tierras, le ofreció hospedaje por un par de días, por lo que el pingüinoopto por descansar y tratar de conseguir un mapa y una brújula para poderllegar finalmente a su destino.
Esto ultimo, la brújula, le costo conseguirlapero gracias a su intelecto consiguió hacer una con sus patas y elementosque encontró en la casa donde se hospedaba.
Al cumplirse una semana dela llegada al pueblo, el pingüino partió con rumbo al sur, que al parecerera la dirección de su destino…
Por supuesto, esto no le fue fácil. Eraun pingüino, y además de sufrir el calor y deshidratarse continuamente, losautos no paraban cuando este hacia dedo. Lógico, estos no lo veían, era demasiadobajito para la visión de un automovilista.

Caminaba sufriendo cadapaso que daba mientras miraba una postal del obelisco al cual añoraba visualizar.Talvez era una manía o solo una tendencia que al mirar esa postal le dabafuerza para seguir su camino…

Continuará…