¿Qué se comparte en la Economía colaborativa?

No quiero parecer un negativo ante todo. Ya sabrán que mi posición crítica no está orientada a ser anti-sistema, sino a comprender los procesos y los discursos poco visibles. En palabras de Giorgio Agamben, me gusta hacer una Arqueología de las tendencias actuales, buscar aquellas signaturas, por las cuales las cosas revelan sus cualidades invisibles.

No es la primera vez que me toca hablar de la economía colaborativa. Un largo artículo de Uber saqué hace un mes.
Las cosas se están poniendo complejas y los gobiernos (aquellas instituciones más conservadoras en muchos sentidos, pero que también son innovadoras cuando les conviene) están tomando decisiones drásticas para uno y otro lado.

Lo que cuesta develar, entonces, es el sentido hacia el que se dirige esta moda de la colaboración. ¿Qué cambios están transformando positivamente a la sociedad?¿Quién se beneficia mientras tanto?¿Qué rol están jugando los Gobiernos?

Como todo campo, la lucha de poder es feroz, pero en un ámbito donde el conocimiento y la información que se maneja es escaso, es aún peor.
Digo conocimiento e información por dos razones, y hago hincapié en esto porque supuestamente estamos en la “era del conocimiento y la información” y las TICs son el futuro (por lo menos vienen siendo hace 15 años y no sabemos donde vamos a terminar).
Por un lado, solo un bajo porcentaje de la población sabe qué es “economía colaborativa”, “emprendimiento”, “procomún”, etc, etc. Esto hace que el cambio, en principio, sea para algunos. Además, pareciera que esta nueva moda desvaloriza lo que estaba antes. Es decir, aquellas prácticas fundadas en la colaboración y el intercambio, y que estaban organizadas en torno a otros valores, con o sin internet de por medio.
El segundo lugar crítico, es la información en sí. Retomando a Agamben, el dispositivo-máquina de la economía colaborativa es compartir a costa de esconder otras cosas.
Ni Uber, ni Airbnb, ni los gobiernos, ni las universidades dejaron de lucrar (ya sea económica o políticamente) con ello. Y por ende, la ganancia está en compartir un objeto (generar nuevas mercantilizaciones), por ejemplo la casa o el auto, y no compartir la forma en que ese modelo se crea, o funciona.

Si un gobierno que fomenta la economía colaborativa, no es consciente de la disruptividad social que generan estos modelos, y por lo tanto, segregación, está reproduciendo el modelo capitalista, al mismo tiempo que fomenta el consumismo en nuevas formas. Porque, convengamos, no difiere mucho del modelo original.

¿Cuál es la alternativa? Entre todas las aplicaciones y plataformas que hemos adquirido con las nuevas generaciones tecnológicas, la que veo que está cayendo en desuso es la wiki.
Algunos ya ni recordarán, que las wikis no son solo Wikipedia, sino una plataforma abierta de colaboración mutua y la mejor forma (a mi parecer) de compartir conocimiento.
La gran dificultad de las wikis, es el formato, que tal vez no es el mejor para personas que no están acostumbradas a manejar diferentes interfaces (si se ponen a pensar, las personas comunes solo manipulan interfaces digitales en sus computadoras, smartphones y algún kiosco en la vía pública). Pero más allá de eso, las wikis habían comenzado a usarse para compartir información y disponer del conocimiento en muchos ámbitos. De una forma abierta y comunitaria, todos podían acceder a todo.

Ahora que están de moda los FabLabs y MakerSpaces, que están orientados al “hacer” han dejado de lado el componente del conocimiento que tenían los Medialabs y se dedicaron a la masificación del “hacer”. El Fetiche producido por esos modelos cerrados, olvidaron la importancia de documentar y compartir libremente sus resultados.

Las universidades y los centros de investigación, siguen valiéndose del paradigma científico de los papers y las publicaciones elitistas. Muy pocas investigaciones son difundidas libremente, y estructuran su valor en el mercado científico.

Los gobiernos, lejos de transparentar su metodología, mercantilizan su gestión a costa de la falta de información. El paradigma de Gobierno Abierto se agota en el momento en que no haya más datos que compartir, cuando lo realmente valioso son los procesos de construcción de sentido, en las decisiones que se toman para una ciudad.
Retomando a Agamben, él dice que “la profanación de lo improfanable es la tarea política de la generación que viene”, es decir, devolver a las personas el valor de uso de las cosas. Los datos, hoy en día, son el objeto de mercantilización de la gestión. Saca de discusión la lucha política para que los ciudadanos “compren” de forma deliberada una mejor gestión, sacralizando la información, alejándola del objeto real.

En definitiva, la profanación de la que habla Agamben, no es un proceso del que estemos cerca. Él habla del capitalismo como una religión, en el que se separan las cosas de los hombres, para convertir lo separado en mercancía. El consumo, desde su visión, es la imposibilidad del uso.

Los defensores de la naturaleza, no así los ecologistas que forman parte del mismo paradigma capitalista, tienen razón en que hay que volver a conectarse con lo natural. Pero lo natural en la relación del ser humano con las cosas en si. La abusada frase “vivir el presente” es, en algún sentido señal de esta reconexión entre las cosas y los seres vivientes.
Una verdadera economía colaborativa, sería la que rompe los caminos existentes y abre nuevos al paso del hombre. Estos caminos no están marcados, como las reglas que rigen nuestras sociedades, sino que existen en la potencia-de-ser, en cualquier momento, en cualquier persona.

Pensando un centro de innovación en la ciudad

makerbot

En mi último artículo hablaba de qué es la innovación y por qué no todos la necesitan. Sobre esa construcción conceptual quiero exponer ideas de lo que debería ser un centro que nuclea actividades para mejorar la potencialidad innovadora.
Desde un primer momento, tenemos que descartar que un espacio, por más infraestructura que ofrezca, por si sólo no genera innovación y que si no es correctamente pensado puede ser un fracaso su inversión en tiempo y dinero. Tampoco se necesita un centro especializado, el caso de La casa encendida en Madrid o zzzinc en Barcelona es un claro ejemplo de innovación auto-organizada, ni hablar de Campo de Cebada.

¿Por qué un centro de innovación?

Así como argumentaba que no todos necesitan innovar, la premisa es la misma. Un espacio como estos requiere muchos recursos, personal, capital humano altamente capacitado. Y si lo que queremos es difundir conocimiento, o darle un espacio de trabajo y colaboración a cierto sector productivo, existen alternativas más ajustadas. Por ejemplo los telecentros de Colombia o los makerspace.

Por otro lado quiero aclarar que este tipo de lugares no difiere mucho de un Medialab, de los cuales ya he escrito anteriormente y los existentes en todo el mundo son ejemplos válidos para tomar como modelo. Algunos de ellos pueden ser el centro Matadero-Madrid, o el centro Ravensbourne de Londres.
Por ultimo, y antes de comenzar a puntualizar algunas ideas, creo que buenos aires tiene varios centros públicos y privados que ya podrían ser potenciales centros de innovación o están en camino a serlo, lo que falta considero que es la colaboración y la voluntad de crecimiento en el ecosistema. Típica idiosincrasia porteña, pero que en lo que hoy no nos enfocaremos.

Partiendo de la base conceptual ya aclarada, la piedra angular de un centro de innovación es el conocimiento. Y el tipo de conocimiento a considerar está dividido en dos universos, diferentes y complementarios. El conocimiento científico y el conocimiento abierto (open knowledge), ambos son necesarios para poder gestar conocimiento y que este sea transferido a la sociedad abiertamente. A partir de estos universos vamos a poder pensar qué se necesita para el éxito de nuestro centro.
Otro aspecto debemos considerar que la innovación se da en muchos ámbitos, y que debemos definir a priori, cuales son los que esperamos desarrollar en un plazo medio. Si bien es posible ser abierto ante todas las oportunidades, los recursos nunca son infinitos, ni el acceso al conocimiento especializado.

Antes de pensar en el lugar, debemos pensar en su ubicación geográfica. Según la teoría de los polos de crecimiento (desarrollado por Perroux), el capital (ya sea económico o de otra índole, en este caso nuestro capital es de conocimiento) que se desarrolla de forma localizada es desequilibrado entre los diferentes actores ubicados en un mismo polo. Con lo cual, si pensamos ubicarlo cercano a otro centro de igual tamaño, es posible que se desaproveche su potencialidad, sino que es recomendable ubicarlo cerca de centros más pequeños o de otro tipo de generación de conocimiento. Por ejemplo, pequeñas instituciones educativas, centros de capacitación, o pequeños productores de creatividad.
Es esencial para generar una dinámica de intercambio de capital y una producción de valor, que existan necesariamente otros centros más pequeños que funcionen como proveedores y como usuarios de nuestro centro. Sino quedaría aislado resultando muy difícil generar movimiento a su alrededor.
En cuanto a su arquitectura, es recomendable pensar en la recuperación de viejos espacios, y no de la construcción desde cero. Esto es porque mantiene un valor cultural y patrimonial que el entorno reconoce y genera mayor aceptación y reconocimiento. Podemos tomar como ejemplo Hangar de Barcelona o el stgomakerspace en factoría Italia de Chile

Infraestructura

Dicho esto, voy a hablar de la infraestructura mínima necesaria. Si vamos a pensar que las personas van a realizar ciertas actividades, debemos ofrecerles lugares adecuados. De otra manera, serán subvalorados y pueden caer en deshuso.
Depende de las actividades que se esperan desarrollar que los espacios sean muy abiertos o muy cerrados. Pero hay algunos que no pueden faltar si queremos que el conocimiento y la integración se desarrollen.

Para que el conocimiento se haga lugar en nuestro centro debemos pensar que este debe ser elaborado, debe ser llevado a la práctica y debe ser compartido. Estas tres instancias pueden ser sincrónicas o asincrónicas. Y para ello se debe construir en 3 tipos de espacios (aunque sean en una misma habitación).
Una biblioteca (analógica y digital) en donde se puedan consultar material de todo el mundo, necesario para la investigación.
Laboratorio, abierto y especializado en las disciplinas temáticas a trabajar. Con disponibilidad de materiales necesario para las actividades.
Espacios de reflexión, aquí es el punto más cercano entre los diferentes actores para discutir los temas que se trabajan. La reflexión es la base del conocimiento y esta debe ser fomentada.
Además, es importante publicar lo generado, a través de charlas, talleres, publicaciones y un repositorio online (wiki, streaming audiovisual, etc).

Con estos tres espacios nos aseguramos que el conocimiento fluya, pero también es posible ofrecer espacios de trabajo, contar con facilitadores y otro tipo de actividades que mejoran la relación con los actores involucrados.

Contenidos

El centro debe tener programas focalizados. Cualquier investigación debe estar enmarcada en un contexto y debe tener tutores que guíen el trabajo, que curen los contenidos y que organicen jornadas para reunir a otros actores interesados. Un buen ejemplo son las áreas temáticas del Medialab Prado, que se dividen entre audiovisual, procomun y ciudad, entre otras.

Hablando de actores, es importante que el centro se relacioné abiertamente con otras instituciones y actores. Estos serán los que traigan el conocimiento y nuevas ideas a la mesa de trabajo. Empresas, universidades, centros de investigación, etc son agentes con los que se deben formar alianzas (temporales, y no excluyentes). Si esto no existe, el centro no podrá armar una red de agentes necesarios y el conocimiento se verá estancado o será unidireccional.

Por otro lado, el centro debe estar con los ojos bien abiertos a las nuevas oportunidades. Si pretendemos que sea innovador, es posible que se enfrente con situaciones que no se dan en otra parte del mundo. Por eso, quien dirija el centro debe ser una persona abierta, positiva, y que no se deje llevar por las tendencias sino por su intuición para ofrecer a estas oportunidades la potencialidad necesaria para que se desarrollen.

Ahora bien, yo creo que la mayoría de los procesos de innovación se dan a partir de la observación empírica del objeto a estudiar. No hay que olvidarse de que las metodologías de estudio son importantes para que esto suceda, y por lo tanto, especialistas e investigadores de diferentes ramas deberán aportar su saber al resto de los participantes del centro.

Esto nos lleva a pensar la estrategia de redes de agentes. Como cualquier gran proyecto necesita de una estrategia y es especialmente relevante la construcción de una red de agentes para este tipo de espacios. Ello nos permitirá definir los perfiles de agentes que interactúan con nuestro centro.

Para empezar a pensar una estrategia, como punto de partida tomaría la teoría de desigualdad participativa, porque hay que recordar que no todos tienen la misma participación mide la misma manera y que los roles de los agentes pueden variar según situación.
Un mapa de agentes, como puede ser el de Euskadi, nos permitirá delinear los campos de acción posible y una estrategia en diversos escenarios.
No iré más allá en el asunto de la estrategia ya que depende de cada proyecto, lo que me interesa es dejar en claro la necesidad de establecer un estado del arte antes de sambullirse en la ambición y la complejidad de la planificación.

Más allá de todos estos puntos de observación que listé, es importante y vital que cualquier iniciativa relacionada a la innovación esté atada al concepto de pro-común, que de la fluidez con que se den las cosas y del volumen de participación dependerá su productividad.

Si quieren leer más sobre información o cosas que están pasando en el mundo en español, recomiendo seguir a Doménico di Serna, José Luis de Vicente, Juan Freire y Paco Prieto.